La combinación de las variedades tempranillo (80%) y garnacha (20%) refleja la identidad más definida de la sierra de Yerga. Es la armonía entre el carácter profundo y la autenticidad que aporta la proximidad a una mundo vegetal agreste; entre una acidez estimulante y una jugosidad vibrante. Un vino luminoso, de complejidad tangible, pletórico de energía y fuerza.